Atrévete A Creer #BanaDevocional
Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Lucas 11:9-10
La biblia cuenta que junto al camino de Jericó se encontraba Bartimeo, un hombre que era ciego, el cual había oído que Jesús estaba cerca y empezó a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”.
“¡Cállate!”, muchos le gritaban, pero su grito era aún más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”.
Cuando Jesús lo oyó, se detuvo y dijo: “Díganle que se acerque”. Así que lo llamaron y le dijeron: “Anímate, ¡Vamos, que Él te llama!”.
Bartimeo echó a un lado su abrigo, se levantó de un salto y se acercó a Jesús.
-¿Qué quieres que haga por ti? -preguntó Jesús. Mi Señor -dijo él-, ¡quiero ver!
Y Jesús le dijo: -Puedes irte, pues tu fe te ha sanado. Al instante el hombre pudo ver y siguió a Jesús por el camino.
Esta historia nos deja dos enseñanzas muy importantes:
Persistir hasta obtener lo que anhelamos. Bartimeo gritó hasta que Jesús lo escuchará, a pesar de que la multitud lo abucheó, él no desistió, más al contrario, empezó a gritar más fuerte.
Pedir algo específico. Bartimeo le dijo a Jesús que quería ver.
Muchos de nosotros nos hemos acostumbrado a tener las cosas en ese momento y a menudo nos cansamos muy rápido de pedirle algo a Dios, cuando Él no contesta de inmediato nuestras oraciones y simplemente no insistimos, cuando deberíamos hacer todo lo contrario, perseverar en oración hasta que nuestra petición sea respondida.
Otro aspecto que debemos considerar, es que muchos de nosotros no somos específicos en nuestras peticiones o somos indecisos. Lo primero que debemos hacer, es tener claros nuestros objetivos y metas en la vida y lo que realmente queremos tener y alcanzar con el favor de Dios y de acuerdo a su voluntad.
Tengamos siempre presente que solo nos limita lo que podamos creer.
Brisna Bustamante S.
La biblia cuenta que junto al camino de Jericó se encontraba Bartimeo, un hombre que era ciego, el cual había oído que Jesús estaba cerca y empezó a gritar: “¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí!”.
“¡Cállate!”, muchos le gritaban, pero su grito era aún más fuerte: “¡Hijo de David, ten compasión de mí!”.
Cuando Jesús lo oyó, se detuvo y dijo: “Díganle que se acerque”. Así que lo llamaron y le dijeron: “Anímate, ¡Vamos, que Él te llama!”.
Bartimeo echó a un lado su abrigo, se levantó de un salto y se acercó a Jesús.
-¿Qué quieres que haga por ti? -preguntó Jesús. Mi Señor -dijo él-, ¡quiero ver!
Y Jesús le dijo: -Puedes irte, pues tu fe te ha sanado. Al instante el hombre pudo ver y siguió a Jesús por el camino.
Esta historia nos deja dos enseñanzas muy importantes:
Persistir hasta obtener lo que anhelamos. Bartimeo gritó hasta que Jesús lo escuchará, a pesar de que la multitud lo abucheó, él no desistió, más al contrario, empezó a gritar más fuerte.
Pedir algo específico. Bartimeo le dijo a Jesús que quería ver.
Muchos de nosotros nos hemos acostumbrado a tener las cosas en ese momento y a menudo nos cansamos muy rápido de pedirle algo a Dios, cuando Él no contesta de inmediato nuestras oraciones y simplemente no insistimos, cuando deberíamos hacer todo lo contrario, perseverar en oración hasta que nuestra petición sea respondida.
Otro aspecto que debemos considerar, es que muchos de nosotros no somos específicos en nuestras peticiones o somos indecisos. Lo primero que debemos hacer, es tener claros nuestros objetivos y metas en la vida y lo que realmente queremos tener y alcanzar con el favor de Dios y de acuerdo a su voluntad.
Tengamos siempre presente que solo nos limita lo que podamos creer.
Brisna Bustamante S.
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