"Transformado" En Mi Salud Emocional (día 16)
Alguien calculó que hubo 286 años de paz en los últimos 3,500 años de la historia de la humanidad. Es un historial horrible. La paz del mundo es frágil y efímera.
Donde reina el conflicto, también reina el miedo. El miedo y el odio son profundas influencias en ti y en mí. Los científicos especulan que el rencor, el odio, los conflictos y el miedo prolongado realmente alteran nuestro ADN. Cuando falta la paz, estamos fragmentados e imperfectos.
La promesa de Dios es la paz eterna. En sus últimos días en la tierra, Jesús consoló a sus discípulos ansiosos: "La paz les dejo; mi paz les doy. Yo no se la doy a ustedes como la da el mundo. No se angustien ni se acobarden." El maestro sabía que sus discípulos estaban lidiando ansiosamente con estas dos realidades: el tocarlo y el hablar con Él estaban llegando a su fin, y su muerte parecía inminente. Jesús les dio la paz eterna para devolverles la estabilidad emocional a sus discípulos vacilantes.
Pero ¿qué es la paz eterna? Según las Escrituras
La paz de Dios es un regalo. No trabajas por ella, no la ganas, ni te psicoanalizas por ella ni trabajas duro para conseguirla. Sólo la aceptas.
La paz de Dios no depende de las circunstancias. La paz está presente en épocas terribles, horribles, tortuosas.
¿Sabes por qué?
La paz de Dios, shalom en la lengua de Jesús, significa mucho más que la ausencia de conflictos, ¡es la presencia de todas las cosas buenas!
La conclusión es ¡que se cumpla la promesa de Dios de la paz eterna con Su presencia eterna! Así que "No se angustien ni se acobarden." No te enfoques en la ausencia de paz; céntrate en la presencia de Dios, y la paz vendrá a ti.
PARA MEDITAR: ¿Qué escuchaste?, ¿Qué piensas?, ¿Qué vas a hacer? Ahora habla con Dios…
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